Una tras otra...

Una tras otra…


Como envuelta en el barro,
al principio del tiempo que
no fue, se oyeron vestigios
de unas voces que gritaban
en silencio.

Y fue una mujer que bebiendo
de su sangre, abrió un sendero
de sensaciones, para aquellas
que se acercaron en el momento
justo en que desplegaban sus
alas.

Una tras otra, haciendo de su piel
las hojas en donde sellaron su
historia en aquel abanico de la vida,
solo para destilar unas gotas de rocío.

Y del torrente de sus venas, aplacaron
el dolor de la soledad tardía, entrelazando
esos sentidos muertos, para hacerlos
estallar en un sonido perdido.

En la aguada se vistieron con sus lienzos,
rasgando en el viento esos cuerpos que se
fundieron en la arena, en una noche en que
el firmamento se tiñó de centellas.

Y fue una mujer que bebiendo
de su sangre, abrió un sendero
de sensaciones, para aquellas
que se acercaron en el momento
justo en que desplegaban sus
alas.

maithu